Los inventores, Jan Lilja y Sven-Erik Nilsson, vieron algo durante sus visitas a laboratorios y consultorios médicos que hizo saltar la chispa que impulsa los inventos del ser humano: la capacidad de ver posibilidades donde otros solo ven problemas. Vieron la frustración existente en el sector de la salud por tener que esperar para tratar a pacientes o ajustar valores que siempre se desviaban en un 30-40 %. Vieron la inexactitud y los peligros de la durabilidad limitada de los reactivos, el cambio de calibración de instrumentos y el pipeteo. La cantidad de tiempo tan poco práctica que se tardaba en enviar las muestras al laboratorio, tanto que algunos trabajadores sanitarios preferían enviar a los propios pacientes.
Vieron, por supuesto, que superar estos problemas, además de facilitar y agilizar la labor de médicos, enfermeros y laboratorios, también podría salvar vidas. No cabía duda. Tenía que hacerse. Y tenía que hacerse bien. Hizo falta mucho tiempo y esfuerzo. Al fin y al cabo, estaban trabajando con una ciencia exacta dentro de un micromundo. Y tenía que ser repetible y arrojar el mismo valor (el correcto) una vez tras otra. Resultó difícil y, en ocasiones, frustrante. Al parecer, siempre les decían «es imposible».
Sin embargo, nunca se rindieron. Nunca dieron su brazo a torcer. Y consiguieron algo realmente extraordinario: una prueba sanguínea point of care con tolerancias que nunca se habían creído posibles, y mucho menos repetibles en decenas de millones de cubetas cada año.
Y eso fue solo el comienzo. Desde entonces, su enfoque orientado hacia la resolución de problemas y su empuje están arraigados en las mentes y los corazones de cada miembro de la familia de HemoCue. Con una atmósfera positiva y de mente abierta, HemoCue sigue fomentado una creencia en las posibilidades y mantiene el compromiso de hacer las cosas bien. Si surge algún problema o desafío, el problema no atañe a una sola persona, sino a toda la empresa. Todo el mundo está interesado en resolverlo. Porque cada detalle es importante para nuestros clientes. Es ese espíritu de equipo resolutivo el que ha dado lugar a un flujo continuo de innovaciones revolucionarias durante los últimos 30 años.
En la actualidad, lo imposible se ha convertido en el estándar. De hecho, se realizan 4 pruebas HemoCue cada segundo en todo el mundo. Esto quiere decir que, cuando termine de leer esto, otras 480 personas ya tendrán las respuestas que necesitan en el point of care.
Sin embargo, no nos conformamos. Siempre tenemos otro desafío en mente. Y decimos, igual que dijeron ellos, que «tiene que ser posible».